Chechino 2.0 Reloaded

[Asha Grey]

No acabo de comprender qué interés tienes con esa acusación, Gerold

[Sansalayne]

aslan porque ya ha votado, no me lo puede devolver y no tiene votos. No tengo ni papa

[Scully]

A falta de más pistas, y como nadie más da info mínimamente fiable (confío en la inocencia de Theon ), voy a votar a Asha

Si es inocente, la culpa de todos menos yo

[Madelaf]

Sansa , todo el mundo sabe que la prensa rosa es el mal, it's known!

[Agus Kerman]

Alguien acerto este turno y el unico que parece saber algo es gerold, asi pues Asha

[Theon Lobster]

Frau Asha comentan que es mala por las calles de Berlín.

[Ellaria]

Ups, sorry Bendar se me ha pasado la hora
vergûenza sobre tu vacha charlatán

[Bendar]

TURNO DE DIA 2: MONEY, MONEY

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La semana había comenzado francamente mal para Theon von Lobster III. El martes, como se recordará, la periodista Sansa von Layne había prometido que el “Corriere de la Juerga” saldría cargadito… y así fue. El artículo principal trataba sobre una cacería de elefantes en Bechuanalandia el año pasado, organizada por Theon, a la que había asistido (sin su marido) la princesa de Coburgo-Anhalt-Alta Sajonia, la bella aristócrata Corinna von Württember zu Sayn Trotta Hohenlohe Sigmaringen der Allerheiligen (“Cory”, para abreviar, como la llamaba Sansa en la revista). Aquí la veis, en foto de portada:

El sensacionalista diario pintaba a Theon como un tipo frío y calculador, que había seducido a la inocente princesa para favorecer sus negocios. Una vez conseguido un jugoso contrato de suministro de madera con las autoridades coloniales de Bechuanalandia, gracias a los buenos oficios de su enamorada, si te he visto no me acuerdo. Por supuesto, conceptos periodísticos como contrastar las fuentes o incluso entrevistar al propio Theon no entraban en el vocabulario de Sansa. Von Lobster intentó contar su versión en muchos periódicos, tanto serios como de la prensa rosa, pero nadie quería escucharla. Así que, a la altura del jueves, el único desahogo que le quedaba era acercarse al Marder Club a tomarse una copa. En eso estaba, cuando se le acercaron Aslan y Sansa.
— Buenas tardes, Comisario. ¿Qué se le ofrece? ¿Por qué viene acompañado por ese buitre carroñero?
— Don Lobster, queda usted arrestado.
— ¿Qué clase de broma es esta? Y no se dice “Don Lobster”, vaya modales que gasta usted. Se dice “Don Theon” o “Señor von Lobster.”
— Muy bien, arrogante señoritingo. Pues queda usted detenido por el asesinato de Doña Madelaf y dos tentativas frustradas más. Tiene derecho a permanecer en silencio, a nombrar a un abogado y bla bla bla.
— ¡Esto es un atropello! ¡Soy inocente!
— Mire, Theon. Hay dos formas de que venga usted conmigo a la Alex (la Jefatura Superior de Policía, así llamada por estar en la Alexanderplatz). Por las buenas y por las malas. ¿De verdad, le tengo que poner las esposas?
Theon vio en ese momento a Sansa von Layne con la cámara preparada. Le observaba con la misma expresión que un cazador observa a un ciervo por la mirilla de su rifle. Una foto esposado podía suponer su muerte social. Esta vez, de por vida. Así pues, decidió cambiar de táctica. Mientras acompañaba a Aslan a la salida, el millonario gritaba, volviéndose hacia atrás:
—¡Sansa, si no me cree, vuelva a la escena del crimen! ¡Estoy seguro de que falta una pieza! ¡Y esa pieza la tiene la comisaria Asha!
—Vaya sarta de sandeces está diciendo— le respondió Aslan. —Ahora, vamos, granuja. Calladito a la Alex. Va a ir derechito al calabozo.
Una vez encarcelado Theon, Aslan se acercó a la Charité para preguntar por la autopsia de Madelaf.
—Muy buenas, Doktor Daumen (“Doctor Pulgar” en español). ¿Qué tal por aquí?
—No tan bien como tú, Aslan. La prensa os adora a ti y a Asha.
—Bueno, bueno… ya sabes cómo van estas cosas. Un día te adoran y al siguiente te odian. No les puedes hacer mucho caso. Oye, ¿cómo llevas la autopsia del cadáver del Marder Club de hace dos semanas? Ya deberías de tener el informe, ¿no?
—¿Qué autopsia? Aquí no ha llegado ningún cadáver.
—Pero, pero… ¿cómo es posible?
Una negra sospecha atenazó entonces al comisario. Salió de la consulta del Dr. Daumen, buscó un teléfono y llamó rápidamente al Marder Club.
—¿Es el Marder Club? ¿Qué han hecho con las cenizas de Ellaria?
—Ehhhh… mire, pues ayer las enviamos a su familia.
—¿A su familia? ¿A Múnich, espero? Ya sabe, Ellaria era del Sur, bávara.
—Ehhh… no, a Múnich no.
—¿Cómo que no? ¿Entonces?
—Pues mire. Nos llegó una carta firmada por su padre, diciendo que no querían venir al cabaret. Que les parecía una casa de mala nota y además, les parecía muy triste ver el lugar de su fallecimiento. Que, en vez de venir ellos, le enviásemos nosotros la urna con las cenizas a la estación de Anhalt y ellos las recogerían allí, para volverse inmediatamente a Múnich. Nos dieron un número de taquilla de la estación para depositarlas, el 11423.
Aslan volvió a marcar en el disco del teléfono, esta vez para avisar a Asha. Ambos salieron corriendo hacia la principal estación de Berlín:

Cuando llegaron, movilizaron a un ujier para que abriese la taquilla 11423 con una llave maestra. Demasiado tarde. Las cenizas de Ellaria ya llevaban varias horas en el Castillo von Fronkonstin…
Los policías regresaron a la Alex. Aslan convocó una rueda de prensa para el día siguiente, donde esperaban publicitar a bombo y platillo la detención del criminal del Marder Club… una vez le hubiesen apretado las clavijas a Theon y resuelto los cabos sueltos que les quedaban.
Entretanto, Sansa se había quedado con la mosca detrás de la oreja con las palabras de Von Lobster al ser detenido. ¿Podría ser que tuviera razón? Sólo había una cosa que al público le gustara más que una historia de un ricachón arrastrado por el fango por sus vicios y su corrupción: una historia de redención. Sería ideal que el disoluto Theon se rehabilitara como un héroe, resolviendo el caso de asesinato. Así que SansaLayne habló con Pollus, siempre dispuesto a participar en cualquier iniciativa tendente a resolver el asesinato de su amada, y con Lau, y los tres bajaron al sótano donde había sido asesinada Madelaf.
— Theon dijo algo de que “faltaba una pieza”—dijo Sansa— No sé, hay que buscar algo que no encaje.
Tras un buen rato rebuscando, Lau dijo:
— Chicos, ¡mirad esto! ¿Veis esta especie de mini pirámide? Parece que tiene un huequecito en la base. Como si faltara algo que debiera ir encima.

— Es un metrónomo. Antiguo, raro, como de colección, pero estoy seguro. Es un metrónomo— dijo Pollus— Los pianistas lo suelen colocar al lado del piano para que les marque el ritmo. Los metrónomos tienen una aguja, como una especie de péndulo, que marca el ritmo. Pero aquí falta.

— Vaya, vaya, vaya… Esta debe de ser “la pieza que falta”—terció Sansa— Y von Lobster dijo que esa pieza la tiene la comisaria Asha. Podría ser… al fin y al cabo, Asha fue la primera en llegar al escenario del crimen, antes que Aslan. Si ella misma fue la asesina, bien podría haber ocultado la aguja utilizada como arma homicida.

— Un momento —intervino nuevamente Lau— ¿No os habéis fijado que Asha ha cambiado su peinado desde que se cometió el primer crimen? Ahora lleva otro tipo de moño.

— ¡Claro!—Exclamó el viudo— ¡Seguramente esconde la aguja en su moño! ¡A nadie se le ocurriría buscarla allí!

— ¡Vamos a Comisaría! ¡No hay tiempo que perder! ¡Hay que soltar a Theon y arrestar a Asha!— dijo Lau, muy nerviosa.

— Espera un momento, morena —dijo Sansa— Un policía siempre protege a otro policía. Hay que tenderle una trampa a Asha. Si nos presentamos en la Alex sin más ni más, igual hasta salimos nosotros detenidos.

— Pollus, has dicho que este metrónomo era “de colección”, ¿no es así? —dijo Lau— Entonces, podríamos buscar en los catálogos de las últimas subastas, a ver si se ha adjudicado un objeto como este.

— Excelente idea— contestó Sansa— Tengo un amigo en Fasanenstrasse, ya sabéis, en la zona artística. Bueno, tanto como amigo… digamos que me debe un favor. Vamos para allá.

— Y yo me he hecho amigo de algunos policías desde lo de mi mujer…
Esa tarde, sobre las siete, sonó una alerta en la Alex. La Inspección de Sanidad había detectado una infestación de piojos en la Jefatura Superior de Policía de Berlin. Todos los agentes tuvieron que pasar rápidamente una desinfección. Las mujeres policía tuvieron que depositar inmediatamente en bandejas estériles sus peinetas, gomas de coletas, diademas y demás accesorios para el pelo.
Esa noche, sobre las diez, Sansa, Pollus y Lau se presentaron en la Alex. Dijeron que querían visitar a su amigo Theon en el calabozo. Con un generoso soborno, suministrado por la familia von Lobster, consiguieron que les dejaran pasar a los tres.
Asha estaba en la celda con Theon, interrogándole, cuando el policía de guardia abrió la puerta de acero y admitió a los tres visitantes.
— Eh, eh, eh ¿qué es esto?— Exigió Asha, pero la puerta ya se estaba cerrando— ¿Cómo han conseguido pasar ustedes aquí?

— Money, money — dijo Lau, marcándose un pasecito de baile— Makes the world go ‘round.

— ¿Habéis investigado lo que os he dicho? ¿Habéis averiguado algo?— dijo el millonario, que no estaba esposado pero al que obviamente le habían metido un puñetazo en la cara.

— Señora Comisaria Asha Graufreude (en inglés, “Greyjoy”). Hace tres meses resolvió usted el misterioso asesinato de la marchante de arte Augusta Grisebach. ¿Es cierto?—le preguntó Pollus.

— Sí, es cierto. Encontré al asesino, fue juzgado la semana pasada y está a la espera de ejecución. ¿Se puede saber a qué viene esto?

— ¿Y no es cierto también que el móvil principal de ese crimen fue el robo? ¿El robo de un objeto de colección tasado en medio millón de marcos? ¿El metrónomo de Shagga? ¿Que nunca fue encontrado?

— ¿Se puede saber por qué pierde usted el tiempo repasando cosas que han salido publicadas en todos los periódicos?

— Porque el metrónomo de Shagga apareció en el escenario del asesinato de mi mujer. Se lo hemos traído. Aquí lo tiene. Como verá, falta una pieza.

— ¿Y bien?

Pollus traía un objeto cuidadosamente envuelto en varias capas de papel de estraza. Lo desenrolló y se lo mostró a todos. Era una especie de hoja de acero, afiladísima, de unos quince centímetros de largo, con inscripciones en algún extraño idioma que ninguno de los presentes sabía leer. La introdujo en el metrónomo de Shagga, y al instante empezó a marcar el ritmo.

— ¿Sabe de dónde hemos sacado esto, Asha? —dijo Lau. —De la bandeja donde usted depositó la pinza de su moño esta tarde, cuando la inspección sanitaria. Que por cierto, era una falsa alarma para atraparla.

Asha intentó sacar su arma reglamentaria, pero antes de que pudiera hacerlo, Theon le propinó un fuerte puntapié que la hizo caer. Pollus, Sansa y Lau se abalanzaron sobre ella, golpeándola repetidas veces con puños, patadas e incluso mordiscos. Finalmente Theon le sacó la pistola del cinto y le disparó a bocajarro.

— Y así muere Asha la Asesina —dijeron los cuatro a coro.
Entonces habló Theon von Lobster III:

—Pollus, chicas, muchas gracias por todo lo que habéis hecho por mí. Yo me voy ahora a mi pabellón de esquí en Davos en zepelín; pasaré allí tres o cuatro días hasta que se aclaren las cosas. Sansa, pediré a mi abogado que retire mi denuncia por difamación contra ti. Lau, participaré en la subasta de Sotheby’s de objetos de Isadora Duncan del mes que viene, y todo lo que me adjudiquen te lo regalaré. Pollus, en nuestra mansión de Lobsterhall tenemos un Stradivarius. Será para ti. Ahora, camaradas ¡adiós!
Una foto de la huida de Theon en zepelín, con Pollus despidiéndole:

[Bendar]

TURNO DE NOCHE 3

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El Comisario Aslan no se podía explicar cómo había escapado Theon y asesinado a Asha. Y encima ¿cómo había aparecido esa especie de pirámide en miniatura en la celda del millonario? Ahora ¿qué cojones le iba a contar a los plumillas? Tenía a todos los diarios del Reich esperando, detrás de la puerta, para la conferencia de prensa que él mismo había convocado el día anterior. Nadie le acompañaba, toda la Jefatura de Policía le achacaba el desastre a él. ¡Qué diferentes parecían las cosas ayer!
Sumido en esos pensamientos, Aslan no advirtió la presencia de una mujer en la salita hasta que ésta le interpeló.
— Buenos días, señor Comisario. Vaya marrón se va a comer usted solito, ¿no?
— Sí, eso parece. ¿Quién es usted, y cómo ha llegado aquí?
— No le importa a usted ni una cosa ni otra. Lo que estoy segura, es de que estos crímenes del Marder Club los han urdido usted y Asha, juntos. Ella mataba y usted profanaba los cadáveres.
— ¿Qué me está contando? ¿De dónde ha sacado tan monstruosa teoría?
La desconocida sacó un enorme revólver de su bolso y apuntó a Aslan:


—Mire, señorita, guarde eso. Es un calibre .45, con eso se puede matar a un búfalo. No vaya a resultar que alguien salga herido de aquí.
—Señor Comisario, hay búfalos menos gordos que usted. Y no se preocupe, nadie va a salir herido.
—Ah, bueno, me había asustado usted, jejeje…
—Usted va a resultar MUERTO. Me resulta vomitivo su plan. Cometer los asesinatos que ustedes mismos iban a resolver. Colgarse la medallita con la prensa. Pues no se van a salir con la suya. Y si tanto le preocupan los periódicos… descuide. Les va a dar que hablar.
Dicho esto, la desconocida apretó el gatillo, matando a Aslan con un certero disparo en el pecho. Acto seguido, abrió la puerta de la salita con el pie, empujó el cadáver del comisario a la sala de prensa, llena de periodistas; cerró la puerta inmediatamente y huyó.

Al día siguiente, todos los diarios se hacían eco de la muerte de Aslan, publicando incluso fotografías de su cadáver entrando en la sala de prensa. En las esquelas, los periódicos destacaron cómo Aslan había sido Médico Residente voluntario del Ejército del Káiser en la Gran Guerra. Su hoja de servicios incluía casi todas las grandes batallas del Frente Ruso: Tannenberg, Lodz, la brecha de Gorlice, la ofensiva Brusilov, Riga…
Muchos miembros del “lumpen proletariado” berlinés acudieron a su entierro. Aslan había sido una especie de “médico amateur” que había dado servicios gratis a prostitutas, vagabundos, pequeños delincuentes… Una faceta de su personalidad que, sin duda, su asesina desconocía.

[Bendar]

Master: Bendar

1. Theon
2. Lau
3. Madelaf Detective
4. Pollus
5. Sansalayne
6. Asha: Asesina
7. Agus
8. Aslan: Médico Residente
...
17. Ellaria Stripper