Cuando nuestros esforzados héroes llegaron al extremo inferior del túnel de mantenimiento, se abrió ante ellos el vasto panorama de la Cloaca Máxima.
La Cloaca Máxima era una vasta red de alcantarillado bajo la ciudad de Roma, empezada a construir en tiempos del rey Tarquinio Prisco y finalizada dos reinados más tarde, bajo nuestro ya conocido Tarquinio el Soberbio, último rey de Roma. Esta colosal aunque no muy conocida obra de ingeniería aportó dos beneficios a la naciente ciudad: por un lado, aseguró el suministro de agua potable y la evacuación de las aguas fecales; por otro lado, sirvió para desecar los terrenos pantanosos de la ribera del Tíber, que hasta entonces habían sido unas marismas prácticamente inhabitables e infestadas de mosquitos. Aunque los romanos decían que la Cloaca Máxima era tan grande que un barco podría navegar por ella, tampoco pensemos que podrían haber rodado “Titanic” en su interior. Sí que circulaban por ella algunos botes de remos, por los que se desplazaban los operarios encargados de su limpieza y mantenimiento, sin necesidad de entrar en contacto con las aguas residuales.
Tras este párrafo de brutal info-dumping, volvamos a la acción…
Theon Lobster suspiró al llegar abajo, y dijo:
—Ellaria, amiga, compañera, legionaria, te llaman Flecha.
—¿Cómo dices? —preguntó Aslan.
—La llaman Flecha, porque tiene la mili hecha —respondió, en tono sombrío, el centurión.
—Romanos, romanas, extranjeras de tierras lejanas —dijo Agus Kerman —Es obvio que Ellaria murió traicionada. Y el traidor, o traidora, se encuentra entre nosotros, los representantes aquí reunidos del Senado y el Pueblo de Roma. Yo os pregunto: ¿qué hacemos para desenmascararle?
—Celebrar unos Comicios Centuriados —respondió Theon.
—¿Qué ser Comisio Centuriano? —preguntó Asha.
—En los primeros tiempos de la República, toda persona que podía equiparse para ir a la guerra e integrarse en una centuria, tenía derecho a participar en los comicios —aclaró la historiadora Sansa.
—¿Yo poder participar? —respondió la Gladiatriz.
—Has puesto tu vida y tu espada al servicio de esta causa, que es la del Senado y el Pueblo de Roma. No hay duda de que puedes participar —contestó el centurión, con el asentimiento general.
—Además —apostilló Sansa la magistrada —como tu dueña ha muerto, hasta que se adjudique su testamento, técnicamente eres una “res nullius,” una cosa sin dueño. Así que, por ahora, eres una mujer libre. Digamos que estás en libertad provisional.
—Bien, pues, así funciona esto: todos votamos por quién pensamos que es el traidor o traidora. Por supuesto, los votos emitidos se modulan según lo previsto en la Ley Embudilliana. Esa persona, al morir, deberá revelar su intención secreta y acto seguido cometer suicidio. —Explicó Agus. —Así pues, votemos.
Las acusaciones se cruzaban entre nuestros personajes. Que si tú eres un vendido al Emperador, que si creo que te he visto, que si tú tienes las piernas muy largas… Finalmente, la magistrada Sansa tomó en sus manos todos los votos emitidos, hizo los ajustes pertinentes y dijo:
—BOVBARIS. Los Comicios Centuriados te condenan a morir. ¿Quieres decir unas últimas palabras?—
—Eh… ¿os salvo a todos, hablándoos de un pasadizo secreto que nadie más conocía, para que me linchéis pensando que soy el asesino? ¿En serio?
—Dura lex, sed lex —dijo la magistrada (la Ley es dura, pero es la Ley).
—Pacta sunt servanda —dijo Loboblanco (los acuerdos han de cumplirse).
—Al menos dejadme morir por mi propia mano, como el auténtico romano que soy —pidió Boubaris. Este deseo le fue concedido. Así pues, Boubaris sacó su escuadra de arquitecto, la puso en el suelo, le pidió a dos compañeros que la sujetasen, y mientras se arrojaba cabeza abajo para que la escuadra le rebanase el cuello, gritó:
—¡Así muere
Boubaris, el Oráculo!
Y efectivamente, así murió.
-¡Qué valor! —dijo el centurión Lobster —Sólo se puede comparar con lo que he visto en Judea, con el Escuadrón de Suicidio de los rebeldes del Frente Popular de Judea. ¿O era el Frente Judaico Popular?
Tras un instante de silencio y reflexión al darse cuenta de que habían causado la muerte de un inocente, el grupo se adentró por la Cloaca Máxima. Al poco encontraron un bote de remos con el nombre DEVS EX MACHINA grabado en un costado, y se subieron a él. Comprobaron que sólo cabían IV personas a la vez; por lo que fueron turnándose, unos en el bote y otros vadeando por las aguas inmundas del alcantarillado. Los túneles estaban débilmente iluminados por pequeñas claraboyas o antorchas en las paredes cada doscientos pasos. Hasta que, pasada cosa de una hora, llegaron a un tramo que estaba totalmente a oscuras.
Cuando avanzaban en la oscuridad casi total, alguien gritó “¡Aguadilla!” “¡Aguadilla!”
Los que iban vadeando empezaron a hacerse aguadillas, encontrando muy gracioso sumergir en aguas repletas de excrementos a sus compañeros. Los que iban en el bote se vieron contagiados por esa extraña locura, y pronto los IX compañeros estaban rebozándose y haciéndose aguadillas entre el lodo, el agua y los desperdicios. Tras un buen rato dedicados a esta desenfrenada diversión, alguien se dio cuenta de que uno de ellos no se movía, sino que sólo flotaba en el agua. Llamando a los demás, pronto los ocho se agruparon entorno a un cadáver:
El
Senador Augustus Kerman, Stripper, flotaba en círculo en las aguas fecales. El CHECHINVM MAGNIFICVM había aprovechado el momento para hacerle la última ahogadilla de su vida…
El grupo continúo su navegación y marcha, cabizbajo, por la Cloaca Máxima. Al cabo de un rato, Aslan preguntó a Lauerys:
—Lau, ¿qué distribuidor tenemos en esta parte de Roma?
—La cincuenta y cinco —contestó Lauerys.
—¿La cincuenta y cinco? ¿Pero esa no es Albumina Minima, de Neapolis?
—A ver, cielito, no he dicho la cincuenta y cinco —replicó Lau. —He dicho “Ele” “Uve.”
—Ah, vale, vale, es que como suena igual… Ya me acuerdo, Laurentia Victoria Hamsa. La pelirroja.
—Sí, esa misma. —Contestó Lau.
—Vale, vale. Entonces, deberíamos ir a su casa, cambiarnos de ropa allí, celebrar nuevos Comicios Centuriados por la muerte de Augustus Kerman y luego ir a las Fosas Ardeatinas.
El plan del matrimonio mercantil pareció bien al resto del grupo. Al cabo de otra hora de penoso avance por la Cloaca Máxima, llegaron a una salida y luego se encaminaron a casa de LV Hamsa.