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Sé lo que hicisteis en vuestra primera cita
Sin su hermano Drew, Jonathan estaba perdido, sin su brújula. Él siempre había sido el hombre de acción y su hermano el cerebro. Ahora estaba en un país extraño. Contaba con que tenía algo de fama. Su recién finada representante, Paquita, le había conseguido un bolo en un programa televisivo de éxito, llamado First Dates. A ver si conseguía un alma gemela que le consolase.
Llegó al restaurante y allí estaba el presentador. Era un señor maduro, que parecía juzgarle desde la posición de seguridad que proporcionaba haber sido el único adulto funcional que decidió hacer un papel de persona de su edad en Al salir de clase.
Intercambiaron unas palabras hasta que llegó su cita. Llegó tarde, habían quedado a las 14 y eran 14.17 Sobera sonrió irónicamente. Por la puerta apareció ella. Esplendorosa. Se había puesto un discreto maquillaje (no) y sus extensiones brillaban. Jonathan la miró con incredulidad. Miró a Sobera, luego a ella, luego a Sobera otra vez.
–Tuve una premonición. Sabía que estábamos hechos el uno para el otro–entró diciendo ella.
Jonathan se levantó del taburete en el que estaba, algo horrorizado. Trastabilló y se golpeó en la nuca. Así, el shenani que llevaba dentro, Cerandal, pareció fenecer. Sin embargo, se ve que tenía una flor en el culo, porque de pronto Cerandal revivió. Sin embargo, Lady Madrid, que había estado pendiente de los últimos que quedaban en todo momento, le azuzó a su lorito, Lunares, que se le posó en los ojos y lo remató. Finalmente, Cerandal murió. Costó, pero murió. Lady Madrid pilló a Lunares y se fue.
Sobera miró a la mujer que había llegado tarde.
–Esto es culpa tuya. Es la segunda vez que llegas tarde.
–¿Te quieres callar? Una maga nunca llega tarde, ni pronto…
–Que sí, que sí, lo que tú digas, pero te has quedado compuesta y sin novio, por llegar tarde.
–A que te prendo dos velas negras?
–Eso ni siquiera es tuyo.
Lady Madrid reapareció por la puerta.
–Me olvidaba –dijo–. Debes morir. No haber llegado tarde.
Y así, la shenani Isis –, habitante del cuerpo de Aramís, abandonó este campo astral. Pero en otra línea temporal está activa. Seguro.
Carlos S. estaba horrorizado. Se fue corriendo del restaurante – plató, esperando que nadie lo persiguiese. Esa Lady Madrid estaba loca. Estaban todos locos.
Corrió, corrió, corrió. Tropezó con alguien.
Un pie le había puesto la zancadilla. La cara se le estampó contra el suelo.
–Te queda el comodín del 50% –le dijo el dueño del pie que había puesto la zancadilla–. ¿Cuántos años de diferencia había entre tú y tu supuesto hijo en Al salir de clase? a. 30 años b. 25 años c. 20 años d. 15 años
–Uso el comodín.
–Elige entre 30 años y 15 años.
–Pues tiene que ser 30, una edad normal en la España de los 90 para tener un hijo. 15 sería inverosímil.
–Error. Eran 15. Lo siento, pero mueres.
Y así, la shenani Tajuru murió, por creer que la verosimilitud había sido alguna vez un valor al alza en Al salir de clase.