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Voto por Asha
Y perdon por el retraso
![Sr. Verde :mrgreen:](./images/smilies/icon_mrgreen.gif)
Val aparecía con mirada serena, entre todos ellos, justo en el centro del círculo junto al caldero. Las mangas de su túnica se encontraban arremangadas casi hasta los hombros, fruto de la búsqueda de tatuajes en sus brazos. No había nada de eso. Ahora todos observaban como, con lentitud, a su alrededor los pequeños brotes de hierba volvían a introducirse en la tierra, los copos de nieve parecían ascender hasta desaparecer, y su propio cuerpo parecía rejuvenecer. La elegida del pasado era inocente. La sangre del corte de su palma abierta parecía reintroducirse en su cuerpo mientras su piel se tornaba más y más pálida.
El silencio era sepulcral. El poderoso brebaje psicodélico ya corría por sus venas, latido tras latido, y no tardó en hacer que se derrumbaran sobre la nieve, inertes. Quedaban a merced de aquellos que pretendían manejar los destinos de aquella votación, sin importar la sangre derramada.
Fue cuando la luna volvió a brillar sobre sus rostros cuando todos volvieron a respirar, hondo, como si les faltara el oxígeno. Uno a uno se volvieron a poner en pie.
Se miraron, uno a uno. Todos lo habían soñado. Todos sabían dónde buscar.
El cuerpo de Nod se encontraba inmóvil en medio de un círculo en el que reinaba la muerte. Su aspecto grisáceo era acompañado a la perfección por las flores que se marchitaban ante los ojos de los sabios. El aire casi se congelaba a su alrededor. Cualquier insecto que se atreviera a revolotear sobre él tardaba décimas de segundo en caerse muerto. Su visión parecía absorber el alma y la alegría de cualquiera que posase sus ojos en él.
No era el macabro, sin embargo, lo que todos ellos miraban. Justo en el mismo sitio que habían visionado en su sueño, justo alrededor de su tobillo, un pequeño brazalete azul quedaba grabado a fuego sobre su piel. Unas entrelazadas marcas, como relámpagos, parecían brillar bajo la fría luz de la noche. No tardaron en descubrir otro parecido marcado en el pie de Ellaria.
Otros se llevaban las manos al pecho, respirando aliviados. Sobre el brazo de Lauerys aparecía un tatuaje rojo. Llamaradas de fuego parecían surgir de él, y de su cuerpo, entre su túnica, haciendo que la nieve se derritiese rápidamente. Todos podían deducir que la enviada del fuego era una de las cómplices que trataba de hacerse con el control del cónclave.
Muchos, de hecho, se dirigían ya sin miedo hacia el caldero, donde las llamas ya hacían hervir el transparente líquido. Se apresuraron a beber, ante la mirada atónita de otros.
—Yo no pienso beber esta noche.
—¡Ya estamos a salvo!
—Eso no lo sabes. Puede haber más como ellos.
—En ese caso, los sueños servirán para ayudarnos en nuestra búsqueda.
—Y para que quedemos a merced de sus cuchillos.
—¿Es que acaso tú alzarías el tuyo en contra de otro sabio del cónclave?
Los ánimos se caldeaban. No obstante, todos sabían que no había una solución fácil. Cualquiera que se negase a beber el brebaje debería abandonar inmediatamente la reunión, desterrado, y quedaría maldito hasta el fin de sus días.
—Todos beberéis. Así ha de hacerse.
—¿Tanto interés tienes?
—No, ¿tanto interés tienes tú en mantenerte en vela esta noche?
—No temáis. Aquellos con bondad en nuestro interior ya hemos esquivado la muerte esta noche.
—¡El ascendido nos protege!
—Y si alguno de ellos sigue entre nuestras filas, entonces, debemos encontrarlo.
Todos alzaron sus palmas y sus cuchillos, dispuestos a votar.
Era la Aprendiz.
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