Chechino 2.0 Reloaded
Re: Chechino 2.0 Reloaded
Se me ha ido la hora
Lo siento mucho, Bendar
Lo siento mucho, Bendar
¡Sembrað, sembrað, malditos!
Que todas las olas sean mi escudo, que todos los truenos sean mi espada.
Fere libenter homines id quod volunt credunt
Que todas las olas sean mi escudo, que todos los truenos sean mi espada.
Fere libenter homines id quod volunt credunt
Re: Chechino 2.0 Reloaded
Bien, Chechinillos, ya tenemos historia. Antes de nada, tarjeta amarilla a Asha por pasarse la hora de votar. No será porque no soy pesado con vosotros/as con los recordatorios...
Como veréis, habéis metido la zarpa con el linchaje...
TURNO DE DIA 1 – LINCHAMIENTO[/spoiler]
TURNO DE DIA 2
Como veréis, habéis metido la zarpa con el linchaje...
TURNO DE DIA 1 – LINCHAMIENTO
SpoilerMostrar
[spoiler=El público del Marder Club empezó a votar por su sospechoso favorito. Los camareros distribuían por las mesas tarjetas de cartón, cada una con un gran número del 1 al 8 y un color diferente para cada acusado.
Pronto se vio que había pocos votos por Agus y ninguno por Pollus (pobre viudo, era lógico que nadie quisiera acusarle), un empate más o menos entre los demás, y una mayoría destacada por Aslan. Alguien emitió entonces un fuerte doble silbido. Al momento, un botones y una camarera salieron del Marder Club, volviendo pocos minutos después con unos cuantos personajes de mala catadura: prostitutas, chulos, ladronzuelos… la tupida red de confidentes y negocios sucios de Aslan se ponía en marcha para salvarle. Los lumpen se arrimaron a los clientes para hacerles bajar, de mejor o peor grado, las tarjetas con el número 7 y el color naranja de Aslan. Para cuando terminó la votación, Aslan y Pollus estaban empatados a 0.
—¡Oh, qué momento tan dramático! — dijo el MC— ¡Por estas cosas amo el Marder Club! ¡Damas y caballeros, Damen und Herren, se nos presenta un quíntuple empate! Corresponde, por tanto, a los propios sospechosos, elegir entre ellos a la víctima del linchamiento.
Tras varios minutos de acalorada deliberación, Ellaria dio un paso al frente y dijo:
—Por votación de estos ciudadanos, yo, Ellaria von Sand, seré la que asuma el destino de Sócrates. Φαίδων ἢ περὶ ψυχῆς.
Era típico de Ellaria pensar que el público del Marder Club iba a captar una referencia a Sócrates y una frase en griego clásico. Viendo las caras de vacas viendo pasar un tren que había provocado su intervención, recordó que debía bajar el nivel para hacerse entender:
—He dicho “dadme veneno, que quiero morir. ¡Dadme veneeeenoooo!”
Los compañeros de barra de Ellaria buscaron alguna sustancia venenosa, pero en el Marder Club no se servía garrafón. Al poco rato, la empleada de mantenimiento apareció con una lata de gasóleo de calefacción. Ellaria, con gesto dramático, tomó la lata, ingirió el líquido y, cuando todavía tenía la boca llena, encendió una chispa con su elegante mechero Ronson y se prendió fuego a sí misma. La explosión fue espectacular. Ellaria murió con mal sabor de boca, es cierto, pero al menos su agonía fue muy rápida.
Cuando se hubieron apagado las llamas y recogido las pocas cenizas que quedaban de Ellaria, los inspectores Aslan y Asha se dirigieron rápidamente a la modesta buhardilla en el barrio popular de Wedding en la que se había alojado la aspirante a escritora. Una vez allí, comprobaron con sorpresa que la difunta estaba escribiendo un libro con el título provisional de “Sexy Club”, en el que narraba, de forma muy poco ficcionalizada, sus múltiples experiencias sexuales con empleados, clientes, proveedores y visitantes del Marder Club. Menores, viejos, mujeres, hombres… nadie parecía ajeno al apetito universal de la escritora. Incluso había hecho sesiones privadas de Stripper para el dueño del Club y varios amigos de Theon. Ellaria tenía planeado usar ese dinero para autoeditar su libro.
—Madre mía— dijo Aslan, —esto sería dinamita pura en manos de Sansa. Hay que guardar con mucho cuidado estos borradores.
—Siempre pensando en la gente— dijo Asha.
—Es lo que me ha salvado hoy— replicó Aslan. Siguió leyendo el borrador y dijo: -Hay que ver qué "caliente" estaba Ellaria, quién lo iba a decir.
Asha le iba a reprender, pero contra su propia voluntad, se empezó a partir de risa: -Ay, Aslan, jajaja qué chiste de tan mal gusto, con la forma que ha tenido de morir, pero es que jajaja, por una vez, reconozco que me parto con usted.
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Pronto se vio que había pocos votos por Agus y ninguno por Pollus (pobre viudo, era lógico que nadie quisiera acusarle), un empate más o menos entre los demás, y una mayoría destacada por Aslan. Alguien emitió entonces un fuerte doble silbido. Al momento, un botones y una camarera salieron del Marder Club, volviendo pocos minutos después con unos cuantos personajes de mala catadura: prostitutas, chulos, ladronzuelos… la tupida red de confidentes y negocios sucios de Aslan se ponía en marcha para salvarle. Los lumpen se arrimaron a los clientes para hacerles bajar, de mejor o peor grado, las tarjetas con el número 7 y el color naranja de Aslan. Para cuando terminó la votación, Aslan y Pollus estaban empatados a 0.
—¡Oh, qué momento tan dramático! — dijo el MC— ¡Por estas cosas amo el Marder Club! ¡Damas y caballeros, Damen und Herren, se nos presenta un quíntuple empate! Corresponde, por tanto, a los propios sospechosos, elegir entre ellos a la víctima del linchamiento.
Tras varios minutos de acalorada deliberación, Ellaria dio un paso al frente y dijo:
—Por votación de estos ciudadanos, yo, Ellaria von Sand, seré la que asuma el destino de Sócrates. Φαίδων ἢ περὶ ψυχῆς.
Era típico de Ellaria pensar que el público del Marder Club iba a captar una referencia a Sócrates y una frase en griego clásico. Viendo las caras de vacas viendo pasar un tren que había provocado su intervención, recordó que debía bajar el nivel para hacerse entender:
—He dicho “dadme veneno, que quiero morir. ¡Dadme veneeeenoooo!”
Los compañeros de barra de Ellaria buscaron alguna sustancia venenosa, pero en el Marder Club no se servía garrafón. Al poco rato, la empleada de mantenimiento apareció con una lata de gasóleo de calefacción. Ellaria, con gesto dramático, tomó la lata, ingirió el líquido y, cuando todavía tenía la boca llena, encendió una chispa con su elegante mechero Ronson y se prendió fuego a sí misma. La explosión fue espectacular. Ellaria murió con mal sabor de boca, es cierto, pero al menos su agonía fue muy rápida.
Cuando se hubieron apagado las llamas y recogido las pocas cenizas que quedaban de Ellaria, los inspectores Aslan y Asha se dirigieron rápidamente a la modesta buhardilla en el barrio popular de Wedding en la que se había alojado la aspirante a escritora. Una vez allí, comprobaron con sorpresa que la difunta estaba escribiendo un libro con el título provisional de “Sexy Club”, en el que narraba, de forma muy poco ficcionalizada, sus múltiples experiencias sexuales con empleados, clientes, proveedores y visitantes del Marder Club. Menores, viejos, mujeres, hombres… nadie parecía ajeno al apetito universal de la escritora. Incluso había hecho sesiones privadas de Stripper para el dueño del Club y varios amigos de Theon. Ellaria tenía planeado usar ese dinero para autoeditar su libro.
—Madre mía— dijo Aslan, —esto sería dinamita pura en manos de Sansa. Hay que guardar con mucho cuidado estos borradores.
—Siempre pensando en la gente— dijo Asha.
—Es lo que me ha salvado hoy— replicó Aslan. Siguió leyendo el borrador y dijo: -Hay que ver qué "caliente" estaba Ellaria, quién lo iba a decir.
Asha le iba a reprender, pero contra su propia voluntad, se empezó a partir de risa: -Ay, Aslan, jajaja qué chiste de tan mal gusto, con la forma que ha tenido de morir, pero es que jajaja, por una vez, reconozco que me parto con usted.
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TURNO DE DIA 2
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Durante la semana siguiente y por primera vez en mucho tiempo, no hubo ningún asesinato en el Marder Club. La prensa berlinesa, con Sansa Layne a la cabeza, tan pronta a crear villanos como a fabricar héroes cuando el público los necesita, empezó a hablar de Asha y Aslan como la “Pareja de Ases” del Marder Club, haciendo el inevitable juego de palabras con sus nombres. “Ash y As, dos Ases contra el Crimen”, “Los Ases de la Policía Dejan al Asesino a Cero”, “Pareja de Ases Pone en Jaque al Asesino”…
Pero la realidad era más oscura que los optimistas titulares de los diarios. En la Charité, el severo edificio de ladrillo amarillento del S.XVIII que alojaba al Instituto Anátomico Forense de Berlín, una resentida enfermera nazi empujaba por los pasillos un carrito con el cadáver de Madelaf, cubierto por una sábana. Sus jefes habían denegado, otra vez, su ascenso a Jefa de Servicio. “Este hospital está lleno de sociatas y de judíos. Y de judíos sociatas. Por eso han nombrado al inútil ese, por su nariz de usurero. Pues lo llevan claro. Yo me voy a sacar mi sobresueldo vendiendo fiambres, y que les den morcillas.” La enfermera llegó a una discreta puerta lateral de la Charité, donde la esperaba un no menos discreto motocarro negro con una raya diagonal roja (bueno, en realidad no era nada discreto, pero nadie parecía reconocerlo nunca). La resentida no tenía ningún cargo de conciencia por lo que hacía. Lo único que había preguntado la primera vez a su contacto era si el cliente final era ario. El conductor la había contestado con un “Es muy alemán y mucho alemán”, lo cual la había dejado más que tranquila.
El motocarro cargó su macabro equipaje y se dirigió al Castillo Von Fronkonstin por carreteras secundarias. Una vez allí, el Sepulturero subió el cuerpo de Madelaf hasta su laboratorio. Su proceso había mejorado notablemente desde su primera reanimación. Ahora, en lugar de la colosal descarga eléctrica de un rayo, le bastaba la energía generada por dos motores diésel Daimler Benz, de los que se utilizaban en coches de alta cilindrada. Ingeniería alemana al servicio de la nigromancia. El Profanador retiró la mortaja de Made, le puso ropa de calle, le conectó unos electrodos de cobre y comenzó la resucitación. Al cabo de casi una hora, dijo:
-Ma-de-laf, ABRE LOS OJOS.
Inmediatamente, los párpados de la difunta se deslizaron hacia arriba como puertas automáticas por una ranura. El Sepulturero no pudo evitar dar un involuntario respingo hacia atrás, asustado por su propio éxito. Recuperando la compostura, volvió a interpelar a su víctima:
-Ma-de-laf, ahora tú SERÁS MIS OJOS. Tú SERÁS MIS OÍDOS. Tú SERÁS MI PIEL. Vuelve al Marder Club y averigua todos sus secretos.
La resucitada contestó, con una voz desprovista de emoción pero comparable a la que había tenido en vida cuando estaba acatarrada:
-AHORA Y SIEMPRE, MI SEÑOR.
Pero la realidad era más oscura que los optimistas titulares de los diarios. En la Charité, el severo edificio de ladrillo amarillento del S.XVIII que alojaba al Instituto Anátomico Forense de Berlín, una resentida enfermera nazi empujaba por los pasillos un carrito con el cadáver de Madelaf, cubierto por una sábana. Sus jefes habían denegado, otra vez, su ascenso a Jefa de Servicio. “Este hospital está lleno de sociatas y de judíos. Y de judíos sociatas. Por eso han nombrado al inútil ese, por su nariz de usurero. Pues lo llevan claro. Yo me voy a sacar mi sobresueldo vendiendo fiambres, y que les den morcillas.” La enfermera llegó a una discreta puerta lateral de la Charité, donde la esperaba un no menos discreto motocarro negro con una raya diagonal roja (bueno, en realidad no era nada discreto, pero nadie parecía reconocerlo nunca). La resentida no tenía ningún cargo de conciencia por lo que hacía. Lo único que había preguntado la primera vez a su contacto era si el cliente final era ario. El conductor la había contestado con un “Es muy alemán y mucho alemán”, lo cual la había dejado más que tranquila.
El motocarro cargó su macabro equipaje y se dirigió al Castillo Von Fronkonstin por carreteras secundarias. Una vez allí, el Sepulturero subió el cuerpo de Madelaf hasta su laboratorio. Su proceso había mejorado notablemente desde su primera reanimación. Ahora, en lugar de la colosal descarga eléctrica de un rayo, le bastaba la energía generada por dos motores diésel Daimler Benz, de los que se utilizaban en coches de alta cilindrada. Ingeniería alemana al servicio de la nigromancia. El Profanador retiró la mortaja de Made, le puso ropa de calle, le conectó unos electrodos de cobre y comenzó la resucitación. Al cabo de casi una hora, dijo:
-Ma-de-laf, ABRE LOS OJOS.
Inmediatamente, los párpados de la difunta se deslizaron hacia arriba como puertas automáticas por una ranura. El Sepulturero no pudo evitar dar un involuntario respingo hacia atrás, asustado por su propio éxito. Recuperando la compostura, volvió a interpelar a su víctima:
-Ma-de-laf, ahora tú SERÁS MIS OJOS. Tú SERÁS MIS OÍDOS. Tú SERÁS MI PIEL. Vuelve al Marder Club y averigua todos sus secretos.
La resucitada contestó, con una voz desprovista de emoción pero comparable a la que había tenido en vida cuando estaba acatarrada:
-AHORA Y SIEMPRE, MI SEÑOR.
Re: Chechino 2.0 Reloaded
Master: Bendar
1. Theon
2. Lau
3. Madelaf Detective
4. Pollus
5. Sansalayne
6. Asha
7. Agus
8. Aslan
...
17. Ellaria Stripper
1. Theon
2. Lau
3. Madelaf Detective
4. Pollus
5. Sansalayne
6. Asha
7. Agus
8. Aslan
...
17. Ellaria Stripper
Re: Chechino 2.0 Reloaded
Próximo turno vence el sábado 28 a las 22:00 horas
Re: Chechino 2.0 Reloaded
Ellaria ¿Alguna información?
-
- Mensajes: 4307
- Registrado: Sab, 04 Mar 2017, 20:48
- Gerold Dayne
- Mensajes: 91
- Registrado: Sab, 25 Feb 2017, 11:47
- Ubicación: Sindicato de mascotas
Re: Chechino 2.0 Reloaded
Ellaria murió linchada por el charlatán que es lo que pone la historia. Así que o el relojero o el médico han acertado
Ña ña ña
- Theon Lobster
- Mensajes: 244
- Registrado: Sab, 25 Feb 2017, 17:28
Re: Chechino 2.0 Reloaded
No hay ningún que pueda saber lo q he hecho o no he hecho o sí?Aslan Bolton escribió: ↑Vie, 27 Mar 2020, 18:40que Theon no para quieto, y por eso lo propongo a la palestra y hasta ahi puedo contar.
El bogavante, el bogavante te coge por detras y te coge por delante
- Gerold Dayne
- Mensajes: 91
- Registrado: Sab, 25 Feb 2017, 11:47
- Ubicación: Sindicato de mascotas
Re: Chechino 2.0 Reloaded
Creo que Asha puede ser la asesina según mis cálculos. Je. No me odien
Ña ña ña
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